Los Efectos del Alcohol , las Drogas y el Tabaco

Las Enseñanzas de la Sabiduría Occidental, que nos ha transmitido Max Heindel, nos dicen que esta vida es una de las muchas en las que el hombre, como un espíritu Virginal que es, se prepara para desempeñar el papel que le corresponde en el drama cósmico como colaborador de Dios. Hemos dedicado muchas vidas a prepararnos para el nivel de conciencia que ahora tenemos y, el que nuestro progreso continúe, depende del uso que hagamos de nuestros cuerpos físicos actuales, en cuanto a su relación con el crecimiento de nuestros vehículos espirituales se refiere.

Efectos en futuras encarnaciones

Un cuerpo débil no puede mantener las elevadas vibraciones que acompañan a cualquier crecimiento espiritual. La presente generación sólo se puede preparar para la próxima Era de Acuario mediante el crecimiento espiritual. Como nuestras próximas encarnaciones tendrán lugar durante esa Era, es preciso que nos preparemos para ello ahora, o seremos incapaces de competir con los seres que encarnarán en ese nuevo nivel más elevado, por haberse preparado para ello. El fracaso en esta vida podría suponer que encarnáramos en la próxima como miembros de un grupo racial inferior.

En el desarrollo espiritual intervienen muchos factores, pero esta exposición se limitará a aquéllos cuyo uso continuado es pernicioso para el progreso ascendente del individuo, a saber: el alcohol, las drogas y el tabaco. Su importancia reside en el hecho de que impiden o, incluso, invierten la evolución individual. Se han escrito muchos libros sobre los efectos de esas sustancias sobre el cuerpo físico, y cada día aparecen artículos en prensa y avisos advirtiendo de los problemas que pueden derivarse de su uso continuado. El objeto de este trabajo, sin embargo, es el de resaltar las implicaciones espirituales a considerar, después de haber tenido en cuenta los aspectos físicos.

Estudiamos en las Enseñanzas de la Sabiduría Occidental que el cuerpo de deseos y la mente están aún en los primeros estadios de su evolución. Nuestro crecimiento depende del trabajo que realicemos para conseguir el control de esos importantes vehículos. Y el empleo de algunas sustancias que debilitan nuestro control sobre ellos, nos impide ejercer la disciplina necesaria y aprender las lecciones para cuya asimilación hemos encarnado esta vez, lecciones que hemos de asimilar para continuar nuestro progreso ascendente. Esto significa que hemos de realizar todos los esfuerzos posibles para conseguir ese control sobre el cuerpo de deseos y sobre la mente.

El propósito oculto del alcohol

Durante el descenso del espíritu humano a la materia se introdujeron en la dieta del hombre determinadas sustancias que le capacitaron para alcanzar la siguiente y las sucesivas etapas de su evolución. El alcohol fue una de esas sustancias. Antes de la quinta Época o Aria de la cuarta revolución terrestre, el hombre conservaba algo de la visión espiritual, como herencia de espíritu evolucionante y, por tanto, era consciente de su ser espiritual. Hasta entonces la bebida principal fue el agua. Pero entonces se hizo necesario que el hombre perdiera su visión espiritual y dejara de ser consciente de que era un espíritu. Sólo así conquistaría el mundo físico y aprendería las lecciones del individuo orientado materialmente. Para lograr esa parte del destino humano apareció Baco, el dios del vino y, bajo su influencia, hasta las naciones más avanzadas olvidaron que eran también sujetos de una vida superior. Luego, se nos ha dicho que Cristo convirtió el agua en vino, que en su época estaba siendo usado por la humanidad evolucionante. Cristo, sin embargo, era un ser muchísimo más evolucionado y no necesitaba aprender las lecciones necesarias para la humanidad evolucionante. Por eso no necesitaba el vino. Y en ningún pasaje de la Biblia se dice que lo bebiera.

El alcohol retrasa la evolución

Para el hombre ha llegado el momento de empezar el sendero ascendente de la evolución y encaminarse hacia la conciencia crística, o sea, a desarrollar su vista espiritual perdida. Desde que se empleó el alcohol para hacer olvidar al hombre su Yo Superior, nadie que alimente su cuerpo con licor alcohólico – el producto de la fermentación y la descomposición – podrá jamás conocer nada de los mundos espirituales. La Era de Acuario próxima exigirá que el hombre conozca su Yo Superior, y todo el que no se prepare para futuras encarnaciones, intentando desarrollar la visión espiritual, será incapaz de competir con el hombre superior que encarnará en esa época, y habrá dado un paso atrás en su evolución. Cualquier forma de alcohol, pues, debe ser eliminada de la dieta de quienes desean continuar en la espiral ascendente. Cualquiera lo suficientemente afortunado para haber logrado visiones ocasionales de los mundos espirituales, arriesga, con el uso continuado del alcohol, el nivel alcanzado en encarnaciones anteriores, y llegará a la Era de Acuario siendo incapaz de ocupar el lugar por el que tan duramente ha trabajado en vidas pasadas.

Drogas y adicción

Desde el punto de vista de la evolución espiritual, el empleo de drogas es compañero de del alcohol. El generalizado empleo de las drogas en nuestra sociedad de hoy, gira en torno a tres factores: 1) el alivio del dolor; 2) el aburrimiento; y 3) la esperanza de experimentar una revelación espiritual. Max Heindel nos dice en el Concepto Rosacruz del Cosmos que el objeto de la vida no lo constituye la felicidad, sino la experiencia. En nuestra lucha por lo que consideramos mejor del lado material de la vida, permitimos a nuestros deseos que nos encaminen a los senderos del placer, de la tranquilidad y del confort. Por eso fallamos frecuentemente y no cumplimos el objetivo de nuestra existencia: la adquisición de experiencia.

Si abusamos de nuestros cuerpos, sentimos dolor, que es la manera que la Naturaleza tiene de decirnos que el abuso ha ido demasiado lejos y es tiempo de invertir las causas que nos han llevado al sufrimiento. Muchos de nosotros desoímos esos avisos de la Naturaleza y, prefiriendo el camino cómodo, recurrimos al empleo de drogas. La tragedia consiste en que, como somos incapaces de hacer un esfuerzo serio por buscar y corregir las causas, no nos detenemos en eso. Aceptamos el alivio temporal que nos proporcionan y permitimos a nuestros cuerpos incrementar la acumulación de toxinas. Con ello creamos una situación que exige un más frecuente uso de las drogas; hasta que nos vemos forzados a la acción por un vehículo altamente orientado hacia las drogas y los tóxicos, que tiene pocas posibilidades de crecimiento espiritual en esta vida. Proporcionar a nuestro vehículo espiritual la necesaria disciplina, como preparación del trabajo futuro, requiere un cuerpo físico y una mente totalmente puros e íntegros. Pero sólo cada individuo puede proporcionarse a sí mismo las circunstancias que le permitan un crecimiento constante. Por tanto, hemos de abstenernos del empleo de drogas y de cualquier otra sustancia que pueda interferir en el funcionamiento del cerebro.

Estimulantes y tranquilizantes

La sociedad actual es víctima de un estado autoimpuesto llamado aburrimiento, que se ha convertido en uno de los problemas del hombre cuando intenta cumplir el objetivo de esta encarnación. El empleo de tranquilizantes, somníferos y estimulantes se ha convertido en un modo de vida para gran parte de la familia humana. Su empleo se podría eliminar si el individuo en él envuelto intentase vivir como miembro activo de la sociedad. En vez de anclarse en la autocompasión, debería que abrir su corazón a sus semejantes y tratar de obtener la paz que busca, en el servicio a la Humanidad.

A un nivel elemental, el café y el te, empleados como bebidas, son ejemplos de drogas, aunque produzcan un efecto suave sobre las emociones. En un nivel superior, los barbitúricos (sedantes) y las anfetaminas (estimulantes) producen un efecto más potente. Está demostrado que afectan al sistema nervioso central. A diferencia de los animales, que están dirigidos por Espíritus Grupo y, por tanto, reaccionan todos igual ante las drogas, el hombre es un ser individualizado y es imposible predecir sus efectos colaterales sobre el cuerpo. Pueden ser más o menos graves, dependiendo del nivel del propio desarrollo espiritual. Podemos estar seguros, sin embargo, de que, en cualquier caso, el efecto consistirá en ralentizar o retrasar el crecimiento espiritual presente y futuro.

Efectos de las drogas a largo plazo

Las drogas como la marihuana, la heroína y el LSD, usadas especialmente por la generación joven para producir el llamado “vuelo” o “viaje” son, con mucho, las más peligrosas.

Para comprender por qué los jóvenes son susceptibles de caer en el uso de esos destructores de la mente, hay que darse cuenta de que han recibido poco antes el cuerpo de deseos (alrededor de los 14 años) o el cuerpo mental (a los 21). Es para ellos, pues, un período en el que han de determinar los límites de sus capacidades y comprobar hasta dónde pueden desafiar el status quo. Muchos se marchitan por comprobar los límites de su capacidad de adaptación. Otros pretenden una revelación espiritual que creen puede ser inducida mediante el uso de drogas. En ese período crítico en la vida del individuo, carece éste muchas veces de fe en sí mismos y se confían a amigos mayores para que los guíen a través de esas pruebas. Para demasiados de los jóvenes de hoy, es un período de ensayos y errores, de crecimiento a ciegas. Las drogas ofrecen un camino pero, como revela el tiempo, es el camino equivocado. Como son sustancias alucinógenas, no proporcionan los resultados deseados, sino que ponen al aspirante en peligro de ser controlado por espíritus indeseables que socavan el cuerpo físico, exponiéndole, además, a peligrosísimos efectos en sus cuerpos espirituales. Puede requerir vidas el recuperar la flexibilidad inicial perdida, a causa de cualquier daño producido a esos vehículos. Y eso significa un considerable retroceso en la evolución. Una persona que hubiera hecho muchos progresos en anteriores encarnaciones, podría perder el fruto de tan arduo trabajo al afectar gravemente sus actuales instrumentos vitales.

El tabaco y el crecimiento del alma

El tercer miembro del trío es el tabaco, una compleja mezcla de partículas sólidas, líquidas y gaseosas. No sólo hay en el tabaco muchos compuestos químicos. Su combustión produce muchos más. Algunos de ellos, aislados, pueden producir efectos perniciosos en el cuerpo; todos juntos, conducen al desastre. Como en los temas ya tratados, nuestra preocupación no es por los daños sobre el cuerpo físico, sino sobre los cuerpos espirituales. Nuestra evolución como seres espirituales depende de la adquisición del Dorado Vestido de Bodas, construido mediante el desarrollo de los dos éteres superiores. Es imposible aumentar la provisión de esos éteres sin elevar las vibraciones de nuestro cuerpo físico. Y esto sólo puede lograrse manteniendo el cuerpo tan puro como nuestro actual desarrollo lo permita. Ningún atleta ni ninguna otra persona que necesite un cuerpo hábil para dar de sí el máximo en su trabajo, haría nada que supiese que es nocivo para el cuerpo y para la mente. Para la persona que decide seguir el sendero espiritual es mucho mayor la necesidad de abstinencia, ya que , para obtener el control de la mente son necesarias todas las facultades del cerebro. Nadie con el cerebro embotado puede esperar un éxito duradero, cualquiera que sea el esfuerzo que haga por elevar su nivel de conciencia. El buscador no sólo ha de abstenerse del tabaco, sino que ha de evitar, si es posible, los espacios frecuentados por los fumadores, pues los no fumadores están expuestos a muchos compuestos producidos por la combustión o expulsados por los propios fumadores.

En resumen: como seres encarnados que somos debemos preocuparnos por los vehículos del Ego: el cuerpo físico, el etérico, el de deseos y el mental. Su calidad y estado determinarán hasta qué punto podrá cumplir el Ego su labor de adquirir experiencia. El alcohol, las drogas y el tabaco producen un efecto nocivo sobre esos vehículos, hasta el punto de que se pueden retrasar gravemente el crecimiento espiritual y el progreso en la evolución del individuo.