CÁNCER

 Cáncer es el signo más profundamente místico, el principal signo femenino. La luna, regente de Cáncer, es el lugar de exaltación tanto de Júpiter como de Neptuno y su nota clave es fecundidad. En las aguas cósmicas de Cáncer se encuentran los gérmenes que animan las formas pertenecientes a todos los reinos de la naturaleza. Cáncer gobierna también el hogar y la familia, y sus cualidades tienden a desarrollar los atributos del carácter que permiten a los padres dirigir con amor y armoniosamente su hogar.

 

El misticismo de Cáncer arranca en parte de Júpiter, planeta de simpatía y generosidad expansivas, pero mucho más de Neptuno, la octava superior de Mercurio y el planeta de la divinidad. El solsticio de verano tiene lugar cuando el sol entra en este signo, momento en que la brillante y blanco-azulada estrella fija Sirio derrama su influencia espiritual sobre la tierra en mayor medida. Como signo madre cósmica, Cáncer es el portal a través del cual los egos humanos acceden al renacimiento.

 

A causa de la influencia de Júpiter, en esa época, las artes creativas reciben especial inspiración, al tiempo que Júpiter convierte este período en uno de los más apropiados para que las almas iluminadas pasen, a través de las puertas de la luz, a los mundos internos y en ellos experimenten la vida inmortal. Los tres principios del trino ser humano están gobernados por la Luna, por Júpiter y por Neptuno. La Luna afecta a su cuerpo físico, Júpiter a su alma y Neptuno a su espíritu.

 

La Humanidad en general responde a Jehová mediante la influencia del Sol físico, los iniciados en los Misterios Menores lo hacen a través de la del Sol espiritual, el cuerpo del Cristo Cósmico; y los iniciados en los Grandes Misterios mediante la de Vulcano, que equivale al cuerpo solar del Padre. Los astrónomos no han descubierto aún el planeta Vulcano. Sin embargo, llegará a ser conocido por el mundo como consecuencia de las investigaciones científicas, cuando bastantes individuos se hayan hecho suficientemente sensitivos para recibir sus vibraciones. Esta fue la condición bajo la que los planetas Urano, Neptuno y Plutón empezaron a imprimirse en los vehículos superiores del hombre.

 

Los antiguos representaban a Cáncer como una mujer con la luna a sus pies y una corona de doce estrellas sobre la cabeza. Este símbolo fue empleado por San Juan en la Revelación para representar el triunfante regreso del femenino caído, la Eva del Génesis, a su estado divino original. Esta exaltada figura femenina representa a los Grandes Iniciados de la Jerarquía de Cáncer conocidos como Querubines. Uno de los más altos iniciados de esta Jerarquía es la Madre Cósmica del universo al que este planeta Tierra pertenece.

 

La Luna, como regente de Cáncer significa generación; Neptuno, exaltado en Cáncer, significa regeneración. La transmutación de la generación en regeneración es el nuevo nacimiento del cual Cristo habló a Nicodemo cuando se llegó al Maestro “de noche”. La nota clave de Cáncer se encuentra en aquellas palabras de Cristo: “…Salvo que un hombre nazca de nuevo, no podrá ver el reino de Dios…. Salvo que un hombre nazca del agua (Luna en Cáncer) y del espíritu (Júpiter en Cáncer), no podrá entrar en el reino de Dios (Neptuno en Cáncer)”. Esta es una de las más explícitas enseñanzas sobre la Iniciación dadas por Cristo durante sus tres años de ministerio. Todo el mundo conoce el nacimiento natural bajo la Luna en Cáncer, pero son pocos los que aprenden a caminar por el “sendero estrecho y angosto” de la renunciación de la carne y la dedicación al espíritu, implícita en la exaltación de Júpiter y Neptuno en Cáncer. Esta es ciertamente la verdadera y única clave para la elevación de conciencia mediante la que el hombre es transportado del nacimiento natural “acuoso”, a la divina sintonización del nacimiento “ígneo” espiritual.


El Sendero de Santidad a través de Cáncer

El Sol, en su anual tránsito a través de Cáncer, alcanza el punto más alto de su ascensión septentrional en el Solsticio de Verano. Su radiación física alcanza el máximo en el hemisferio norte, por lo que los días son los más largos y las noches las más cortas. Es el mediodía más alto del año y su nota clave es Luz.

Cáncer es el signo más femenino de los cielos. En armonía con este hecho, el signo contiene un pequeño grupo de estrellas ordenadas de modo que semejan un pesebre. Del corazón de Cáncer brotan las aguas de la vida eterna en la que han germinado las semillas de las formas que animan todos los reinos de la tierra. El Solsticio de Verano se produce cuando el Sol entra en Cáncer (21 de Junio) y está sintonizado con el principio de la fecundidad. Por ello, obedeciendo a este activo principio de la naturaleza, las semillas estallan a un nuevo ciclo de manifestación. La luz, la libertad y el gozo son las cualidades dominantes de la época del centro del verano. De acuerdo con ello muchos pueblos, especialmente en Europa, celebran este tiempo con música, danzas y exuberantes fiestas.

A la Jerarquía de Cáncer se la conoce en la Biblia como los Querubines. El trabajo de esta Jerarquía consiste en guardar lugares sagrados. Flotaban sobre el Sancta Sanctorum. Mediante un proceso de iniciación, al aspirante se le enseña a formar en su interior ese Sancta Sanctorum. El recipiente con el maná del Arca de la Alianza es un símbolo de la individual Copa del Grial de cada hombre y de su sagrada fuerza vital. La Humanidad perdió el Jardín del Edén a causa del mal uso de su fuerza vital y, desde entonces, los Querubines han guardado las puertas del Edén para evitar que la humanidad no regenerada pudiera encontrar prematuramente la posibilidad de penetrar en él. Se ha dicho que la Virgen María y los Discípulos, desde Pentecostés, se comunicaron con los Querubines, queriendo con ello significar que habían aprendido estas sagradas verdades, aleccionados por esta divina Jerarquía.

Cuando el sol alcanza el punto máximo en su ascenso, el espíritu de Cristo llega hasta el mismo trono del Padre. Su actividad entonces, se enfoca sobre los planos más elevados del aura terrestre, en los que aporta nueva iluminación y almas que en su evolución espiritual entre dos encarnaciones físicas han alcanzado esos altos niveles. De acuerdo con todo ello, es también en la época de verano cuando un hombre iluminado, seguidor de Cristo en el Sendero de Santidad, se puede elevar conscientemente a esos planos, contactar con los habitantes celestiales y seguir aprendiendo sobre las fuerzas de la naturaleza. Allí se comprende cómo los espíritus de la naturaleza del agua y el fuego, las ondinas y las salamandras, respectivamente, trabajan en primavera y verano en el crecimiento de las plantas; y cómo los del aire y la tierra, las sílfides y gnomos, trabajan en otoño e invierno en  la muerte y desintegración de las plantas. En aquel exaltado plano, el que sigue el Sendero de Santidad se halla frente al verdadero misterio de la vida. Sólo los puros de corazón alcanzan ese nivel. Los que tengan las manos manchadas de sangre no podrán jamás levantar el velo de ese lugar sagrado. El que quiere descubrir el secreto de la vida no lo logrará hasta que, tanto sus manos como su corazón, sean castos y limpios. Sólo a esos se les permitirá la constatación de la unidad de la vida toda.

Éstas son verdades que pertenecen especialmente a la Jerarquía de Cáncer y no es posible su transmisión directa al plano terrenal. Para ello son traspasadas por los Querubines a la Jerarquía de Capricornio, el signo opuesto a Cáncer y hogar de los Arcángeles que, al ser de una categoría inferior a la de los Querubines y, por tanto, estar sus conciencias más próximas a las de los hombres, las diseminan entre aquéllos que lo desean y están preparados para recibirlas. Fue por eso en un período de Capricornio cuando las fuerzas de esta Jerarquía impregnaron la Tierra para que descendiera a nacer en ella el Maestro Jesús, de la semilla de David y que se convirtió en el soporte de Cristo.

Parábola bíblica para Cáncer

El Hijo Pródigo (Lucas 15: 11:32)

De acuerdo con la astrología esotérica, todas las almas reencarnantes pasan por las puertas de Cáncer. En las aguas de Cáncer se forman los gérmenes de vida que animan a cada individuo de los reinos mineral, vegetal, animal y humano. Este impulso vital eleva progresivamente al mineral hacia el vegetal, al vegetal hacia el animal, al animal hacia el hombre y al hombre hacia el ángel, ya que toda evolución está bajo la supervisión de la Jerarquía.

La parábola del Hijo Pródigo se refiere a Cáncer. Es una historia sobre la evolución. Nos presenta dos hermanos, uno mayor, que jamás abandonó la casa paterna y otro más joven, que se va a un país lejano. Al primero le dice el padre: “Todo lo que tengo es tuyo”. Este hermano representa la naturaleza superior del hombre, que está siempre sintonizada con todo lo que es bueno, noble, hermoso, puro y verdadero. El otro hermano abandona la casa paterna y malgasta su sustancia en una vida de desenfreno, terminando por disputar las bellotas a los cerdos que cuidaba. Éste representa la naturaleza inferior del hombre que sucumbe a las tentaciones sensuales y a los hechizos del mundo.

Como es de universal aplicación, esta parábola se encuentra en toda enseñanza espiritual dada en el mundo. Fue ya una importante enseñanza en los Misterios del antiguo Egipto. En el simbolismo de la Logia Azul Masónica se da otra versión levemente diferente. En ella el candidato, pobre, desnudo y ciego, tras haber malgastado inútilmente su sustancia, eleva sus ojos hacia la casa del Padre y comienza su viaje hacia el este en busca de la luz. Allí está sentado el excelso Maestro que, cuando el candidato se ha acreditado digno de ello, le instruye para que alcance también la maestría.

La Humanidad, en general, está representando el papel del Hijo Pródigo, pues la raza humana ha dado la espalda a la verdadera luz y, en su persecución de objetos materiales, vive literalmente en la cáscara de la existencia. Ello ha dado nacimiento al miedo, el caos, la incertidumbre, los conflictos y las revueltas sociales que llenan hoy la tierra. Y que aumentarán hasta que la Humanidad comience a desandar el camino y se dirija hacia la luz que brilla en el este.

 

Cuando el Hijo Pródigo regresó, el Padre le hizo “un gran recibimiento”. El hijo dijo: “He pecado y ya no soy digno de llamarme hijo tuyo. Trátame como a uno de tus sirvientes”. Pero el Padre lo recibió con un fuerte abrazo, lo vistió con el mejor traje y puso en su dedo un anillo de oro.

 

La mayor tranquilidad para el hombre, en medio del caos de la vida, se la da la certeza de que nunca carecerá del amoroso cuidado y protección de su Padre. “El acoso de los cielos” le seguirá siempre. En palabras del salmista: “Si asciendo a los cielos, allí está Tú; si hago mi lecho en la tumba, allí te encuentras” (Salmos 139-8). Ningún hombre puede endurecerse tanto en el crimen o envilecerse de tal modo que no pueda contar con el amoroso recibimiento del Padre cuando eleve sus ojos y empiece su andadura hacia el este. El pródigo regenerado se habrá vestido con la ropa de la nueva vida y se le darán el anillo de oro y amor y protección.

 

La proximidad del Padre ha sido magníficamente expresada por Elizabeth Barret Browning:

 

         Y yo sonreí para agradecer a la grandeza de Dios que fluye

         En torno a nuestra imperfección

         Y a nuestro desasosiego, Su descanso.

 

Las dos naturalezas del Hijo Pródigo han sido bien descritas por Emerson: “Sólo lo finito trabajó y sufrió; lo infinito se desperezó en un sonriente reposo”.  Y San Pablo ilustraba el sendero que saca al hombre de la irrealidad con la siguiente afirmación: “Las cosas que se ven son temporales pero las que no se ven son eternas”.